domingo, 12 de abril de 2015

Cada individuo crea sus propios dioses; algunos no van a misa los domingos a las seis de la tarde pero religiosamente juegue donde juegue su equipo favorito, están ellos. Dicen que no creen en nadie ni en nada, pero todos los viernes por la mañana se reúnen para aplaudir y seguir a un entusiasta líder que les dice qué hacer y cómo vivir. Hablan mal de los libros sagrados, cualquiera que estos sean, pero idolatran textos de autores, y a los autores mismos, y los convierten en santos y dignos de culto. No creen en las oraciones, rezos y plegarias, las detestan, pero citan frecuentemente durante el día frases de los que han convertido en sus propios dioses, piden a ellos, piden por ellos. Nadie es ateo, todos creemos en alguien o algo, de no ser así también lo creamos.

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