Desde que nací he viajado por el mundo, crezco y cada vez es más la felicidad que
siento al ver la felicidad que le provoco a muchos. Comenzando por los pequeños que
recién me ven y me sienten por vez primera, y terminando con los longevos que, desde
esa misma primera vez, no nos hemos separado. Siento que esto nunca se va a acabar.
Desde niña tengo una leve inclinación y un amor especial por los pies izquierdos, ellos
saben tratarme muy bien, no me resisto a nada que me propongan; aunque me confieso,
hay unos diestros que sí que saben bien qué hacer. Cualquier de los dos pueden hacerme
muy feliz. Hablar de eso me hace recordar a Diego, un poco más atrás a Rivelino,
Charlton y Puskas, qué educación, qué exquisitez, qué genialidad la de esos zurdos ¿Y
qué tal este pibe Lionel? De otro mundo ¿No? Este pequeño me devuelve al pasado
donde todos iban para adelante, me dejaban andar, rodar, y cuando alguien quería
robarme de alguno de ellos, me llevaban pegadita a su pie, bien atada, cuidándome y
mimándome. Era puro arte. Los pies derechos también han tenido grandes detalles
conmigo, aquellas faenas con los brasileños Edson Arantes, Garrincha, Ronaldo y
Ronaldinho. Las noches mágicas con “El Mágico” González y Zinedine; imposible
olvidar las tardes en Argentina con Román y Aimar, esos sí que no me querían soltar
nunca ¡Vaya días! ¡L’amour!
Ahora todo es distinto. Hay uno que sólo saben maltratarme, son como de madera. Mas
bien rústicos. No les importa acariciarme ni consentirme. Para ellos entre más duro me
peguen, mejor ¡Qué equivocados están! El único que podía pegarme con fuerza, con
clase y que siempre me mandaba a guardar era Roberto Carlos. Los demás que no lo
sigan intentando, por favor. Les recomiendo que recuerden a Juninho Pernambucano o a
Beckham, en su defecto al pibe del que antes les hable, Messi. Ellos sí saben cómo se
trata a una consentida, como yo. ¡Bah! Me da rabia de sólo pensarlo, ni putas ganas de
salir a la cancha cuando los veo ahí calentando. Lo único de lo que tengo certeza es que
el peor de todos es un tipo que se hace llamar ‘Pepe’, pena le debería dar tratarme así,
no respeta la edad, la tradición, el buen gusto, la educación y los modales de los viejos.
Siento que tengan que ver ese tipo de maltrato cada domingo, no lo merezco, nadie
merece verlo. Excúsenme por ellos, no saben lo que hacen. Mejor pienso en otra cosa.
Todos los años tengo eventos y me visto de gala para ellos. Cuando me veo ahí estoy ya
rodeada de miles de personas, de cámaras y flashes. Para esas ocasiones las mejores
marcas me visten, las grandes compañías me auspician en Europa, Suramérica y Asia,
pero todo es por dinero, no hay pasión. Se les olvidó que yo también siento. Cada cuatro
años es peor, me ven más linda, más bonita, nadie pero nadie, deja de mirarme. Me
hacen sonrojar. A mí, en realidad, todo eso me da igual. Me resbala. Los que más me
gustan y me muero por vivir son los encuentros de barrio, con los viejos amigos, en
donde no hay tiempos ni jueces, en donde se juega por diversión, en donde las sonrisas
que despierto son reales y alivian dolores; en donde evito que el tiempo de los jóvenes
se vaya a otras cosas no tan buenas. Eso es lo que de verdad quiero. A lo que vine a este
mundo es a traer sonrisas y felicidad. Quiero pensar cosas bonitas, pero ¿Por qué
siempre termino pensando en otras cosas? Mi realidad es difícil, hago como si nada
pasara por seguir rodando y divirtiéndolos. ¡Basta! ¡Ya está! Me han usado como una
excusa para robar, para enriquecerse, para matar, para discriminar, para ocultar, para
engañar. Me siento impotente ante tanto atropello, es peor esto que lo de los rústicos
pegándome sin saber dónde voy a parar. Es imposible que siga permitiéndolo. Todos los
días y a toda hora estoy rodando por ahí, me encanta hacerlo, pero con todo, fue
suficiente ¡Ya no quiero jugar más!
Monólogos de la pelota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario